8 de junio de 2007

Reconocimiento facial...

... o el porqué hoy en día no puedes plantearte sonreir en tu foto del pasaporte.

Alguna gente me ha preguntado a raíz del mensaje de ayer, que qué problema hay en que los niños (o adultos) salgan sonriendo en la foto del pasaporte. La respuesta es que desde hace algunos años hay planes para introducir en la mayoría de los países, modelos de pasaportes que incluyan información biométrica de sus propietarios. Esta información se planea almacenar en un chip en el propio pasaporte y supondría un obstáculo más para la falsificación del mismo (en este punto soy escéptica, dado que las mafias y otra gente tan honrada como ellas, le ganan de momento la partida de la tecnología a las fuerzas del orden por un tanteo apabullante).

Entre las comprobaciones que se baraja realizar en los aeropuertos están entre otras, la comprobación de las huellas dactilares o el reconocimiento facial. A grosso modo, esto funciona comparando la imagen de la foto que tienes en el pasaporte con tu careto en el control de seguridad de antes del vuelo, y a su vez, con las imagenes de esos tipos malencarados que aparecen en los carteles de los más buscados por la policía.

Esta comparación se puede hacer de dos maneras: o te fijas en el careto de la persona en general (aproximación holística) o te fijas en un conjunto de medidas geométricas de la cara (aproximación analítica). Y para tomar esas medidas de referencia de la cara, se usa una imagen con la cabeza erguida y de frente, con una serie de condiciones fijas (ojos abiertos, pelo descubierto, etc) y encima, en un tamaño estándar. Por supuesto, enseñar los dientes está prohibido, supongo que la boca es un parámetro de reconocimiento que da mucho juego.

Probad a intentar obtener algo parecido con un niño de menos de cuatro años... eso sí, os recomiendo cámara digital y paciencia.

Feliz finde

1 comentario:

Miriam G. dijo...

Tengo que darte la razón, mil veces más fácil copiar un chip que uno de aquellos artesanos billetes de Fabrica Nacional de Moneda y timbre.

Un beso, Miriam G.